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miércoles, octubre 29, 2014

LA VIDA DE LOS OTROS - EL IMPARCIAL

LA VIDA DE LOS OTROS - EL IMPARCIAL

Este lunes 20 de octubre vi nuevamente la película de Florian Henckel von Donnersmarck, cuyo título "La vida de los otros" ilustra muy bien la naturaleza del Estado totalitario que rigió en Alemania Oriental hasta la caída del Muro de Berlín en 1989. La nueva presentación de esta aclamada obra forma parte de la conmemoración de los 25 años de ese trascendental suceso, y fue una actividad organizada por la Fundación Avanza Chile, que promueve el ex Presidente Sebastián Piñera para contribuir al debate de las ideas y al desarrollo de las políticas públicas. En este contexto particular, al cumplirse un cuarto de siglo del acontecimiento que puso fin a la Guerra Fría, el cine resulta una buena manera de comenzar los recuerdos.

La obra está ambientada en Alemania Oriental hacia 1984. Si bien había elementos en el mundo que permitían pensar que se vivía un cambio de época -como el gobierno de Margaret Thatcher en Inglaterra, el de Ronald Reagan en los Estados Unidos o la llegada del Papa Juan Pablo II a la Sede Pontificia-, lo cierto es que también faltaban otros factores que serían decisivos en la transformación que se vivía, como era el caso de Mijail Gorbachov, quien recién asumiría un año después el liderazgo en la Unión Soviética. Por lo mismo, el régimen comunista de Alemania Oriental no mostraba signos externos de debilidad, y la dictadura de Erich Honecker se veía fuerte y destinada a perdurar por mucho tiempo. Los signos externos de su fortaleza estaban a la vista de todos, como era el caso del Muro de Berlín, o bien eran omnipresentes en la sociedad germano oriental, como sucedía con la presencia de la Stasi, la famosa y temible policía del Estado.

"La vida de los otros" (2006) es una obra de ficción, pero que logra captar muy bien la atmósfera gris y decadente de los últimos años del comunismo en Alemania del Este. El dramaturgo Georg Dreyman y la actriz Christa-Maria Sieland viven una vida relativamente normal en el difícil medio artístico del socialismo real, cuestión que se da en parte por el conformismo de Dreyman y sus buenos contactos políticos que alcanzan incluso a Margot Honecker, quien había sido ministra de Cultura y era una mujer fuerte en el régimen de su marido. Varios amigos del dramaturgo vivían situaciones más difíciles, entre ellos Jerska, director de teatro a quien habían prohibido trabajar en su pasión y que después de años en la lista negra se suicidó. En el caso de la actriz, su situación era más compleja: era la obsesión sexual del ministro Bruno Hempf, quien la presionaba para entregarse a él si quería prosperar laboralmente, esto es seguir actuando, dentro del régimen que controlaba ascensos y descensos de la vida profesional.

Ante la dificultad de tratar el tema y frente a la hoja inmaculada de Dreyman, Hempf le pide a un hombre de la Stasi, Anton Grubitz, que espíe a los artistas en su propia casa y que encuentre algo que comprometa al dramaturgo. La tarea debe ejercerla Gerd Wiesler, hombre celoso del deber, profesor de nuevos miembros de la organización y especializado en interrogatorios a disidentes peligrosos, imaginarios o reales. Para ello instaló micrófonos en el hogar de Dreyman y Sieland, y día a día escuchaban conversaciones, vida íntima y potenciales causas para acusar al sospechoso. Había comenzado la Operación Lazlo, como se la denominó, que tendría a Wiesler como un personaje central por la forma como abordó su misión y la crisis de conciencia que lo acompañó en el ejercicio de su tarea.

La historia, que se extiende por más de dos horas y que tiene varios quiebres en relación a lo que debería haber sido la actitud de los personajes, se va haciendo cada vez más tensa y peligrosa. Artistas inconformistas se rebelan contra el régimen, mientras los defensores del Estado policial están seguros de que llegarán a buen puerto con su misión y condenarán al dramaturgo para permitirle al ministro corrupto vía libre con la mujer que deseaba. Eran "los hombres grises que cuidan la seguridad de nuestra tierra y la felicidad", como se expresa con claridad e ironía.

Vivir bajo un régimen totalitario fue una experiencia dura y dramática, que exigía notas especiales de valentía e incluso heroísmo. En alguna medida se enuncia la irrupción de esta vitalidad cuando Christa-Maria interpela decidida a Georg: "No permitas que entre la oscuridad a tu vida", en una especie de consejo hacia futuro, pero también por la constatación de que estaba cayendo en la vida gris, cómoda y de privilegios que acompañaba a quienes no se rebelaban contra el poder, sino que procuraban valorar las virtudes del socialismo, comprendiendo y no cuestionando sus debilidades, en la conciencia de que era la mejor manera de permanecer con trabajo y prebendas de distinto tipo. El suicidio de Jerska es el que llevó a Dreyman a modificar su conducta acomodaticia y pasar a una vida más difícil, en perpetuo peligro junto a sus amigos, sin sospechar siquiera que era espiado cotidianamente.

"No olvide lo que el Estado ha hecho por usted", solían recordar y amenazar los prominentes hombres de la Stasi. En alguna medida era la forma que tenían de repetir algo que no debía ser olvidado: que la educación que recibieron, las casas que habitaban e incluso la comida era por obra del modelo socialista. Pero también era una forma de avisar que del Estado también dependía gozar del trabajo artístico o dejar de tenerlo para siempre, que correspondía al régimen la decisión discrecional sobre las posibilidades de hacer o de fijar los límites rígidos a la libertad, como también el partido era el que decidía la pertenencia a listas negras, si no se llegaba a un buen acuerdo de colaboración y delación con quienes quisieran redimirse o simplemente sobrevivir.

"La vida de los otros" es una obra de ficción, pero que permite acercarse realmente a vivir los últimos años del régimen de Alemania Oriental. El merecido Oscar de 2007 a la mejor película de habla no inglesa fue un espaldarazo importante, que se completó con otros tantos reconocimientos en distintos países. La obra concluye, históricamente, cuando el Muro de Berlín ya ha caído para dar inicio a una nueva época. Y en el teatro se encuentra precisamente Dreyman y el ex ministro, lo que lleva al dramaturgo a preguntar por qué no lo habían espiado a él y sí a los demás. La risa irónica del funcionario abusador y nostálgico del pasado de Alemania Oriental le graficó al dramaturgo que "la vida de los otros" era una especialidad que las autoridades no estuvieron dispuestos a dejar de lado en su caso.

Una película que vale la pena ver, tanto por su valor artístico como por mostrar de manera elocuente la vida gris detrás del Muro de Berlín, donde desarrollar el arte era un peligro, la subordinación al poder constituía la mejor garantía de sobrevivencia y en el cual suicidarse o intentar llegar a Occidente eran fórmulas repetidas de huir del peso del partido, el Estado y la Stasi, o bien una manera esperada para alcanzar la libertad.

Publicado en: 
Escrito por: Alejandro San Francisco
Director de Formación Instituto Res Pública




































































































































Fuente:AVANZACHILE 

Saludos
Rodrigo González Fernández
Diplomado en "Responsabilidad Social Empresarial" de la ONU
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Diplomado en Gerencia en Administracion Publica ONU
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