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martes, enero 06, 2009

empresa familiar: Por el interés te quiero Andrés

empresa familiar y socio financiero

Por el interés te quiero Andrés

11:53 05-01-2009

Un antiguo alumno me comenta la angustiosa situación profesional y patrimonial en la que se encuentra desde hace unos meses. Hace dos años y medio decidió abrir el accionariado de su empresa a un socio financiero con el objetivo de facilitar la financiación del rápido crecimiento que requería el proyecto para hacerse un hueco en su sector. 

Tras la incorporación de los nuevos  inversores a la empresa, el accionariado quedó repartido de la siguiente manera: 50% el socio financiero, 30% mi antiguo alumno y 20% restante en manos de su esposa. A pesar de estos cambios en la propiedad, nuestro hombre siguió ejerciendo la posición de Director General, amén de su presencia en el Consejo de Administración en calidad de Presidente.


Las complicaciones llegaron de la mano de una oferta de compra de la compañía por parte de un gran grupo empresarial. El socio financiero la valoró muy positivamente, pues permitía sacar rentabilidad a su inversión antes de lo imaginado en un primer momento y, además, evitaba la situación de riesgo que podía derivarse de un entorno macroeconómico que empezaba a complicarse. Tomando la decisión de vender, el socio financiero conseguía la tasa interna de rentabilidad requerida por sus suministradores de fondos. Hacían, pues, su trabajo.

La oferta de adquisición sólo era vinculante en la medida que el comprador consiguiese un mínimo del 51% de las acciones, con lo que la decisión de mi amigo y su esposa era determinante. Y él no quería desprenderse de sus acciones. Lo  importante, para él, no era el "pájaro en mano" o el "hacer caja", si no el proyecto empresarial a la par que personal que había detrás de la compañía que había puesto en marcha hacía varios años. Tampoco podía recomprar el 50% al socio financiero porque su situación económica no se lo permitía.

La operación de venta no se llevó finalmente a cabo pero la relación entre los socios y la confianza imprescindible entre ellos quedó quebrada. Meses más tarde se sumó una nueva variable al escenario: nuestro amigo se divorció, y no precisamente de buenas maneras.

Lo que ha venido después puede el lector imaginarlo. El accionariado sigue siendo el mismo a la espera de una oferta que ahora se hace esperar, pero la ex-esposa se ha convertido en aliada del socio financiero y nuestro amigo ha cesado a la fuerza en sus responsabilidades y a duras penas puede poner los pies en la compañía que fundó una década antes.  Sigue siendo accionista, pero ahora ya  no puede influir en las decisiones que se tomen en la compañía y ello hace muy incómoda la situación para todas las partes.

Como quiera que la historia de nuestro amigo ha ocupado más líneas de las que pensaba, ahí van mis conclusiones sobre esta historia real como la vida misma:

- El socio financiero es una opción interesante que puede aportar soluciones a las necesidades de fondos para el crecimiento de las empresas familiares.

- Ahora bien, hay que poner calendarios de rentabilidad encima de la mesa, dibujar las opciones y condiciones de recompra y hacer un esfuerzo por clarificar todo aquello que con el paso del tiempo puede convertirse en un riesgo y amenaza. Cada parte ha de saber todo de la otra.

- El objetivo de una empresa familiar y el de un socio financiero no es el mismo. Las primeras vinculan su actividad al legado y a la continuidad, y los segundos centran su negocio en la búsqueda de rentabilidad en un periodo de tiempo determinado. Hay que saber que ambos actores -empresa e inversor- hacen bueno el refrán "por el interés te quiero Andrés". Ser conscientes de ello nos ahorrará muchos disgustos.

- No todos los socios financieros son iguales. Hay que buscar aquel que mejor encaja a la filosofía particular de cada compañía. En las empresas familiares el acomodo suele ser más fácil para aquellos que practican lo que ha venido en llamarse "capital paciente".

- No se trata de una historia de buenos y malos. Si no de cumplimiento de expectativas. Si ambas -socio financiero y empresario- no están lo suficientemente alineadas la cosa probablemente salga mal.

Observará el lector que no sacamos ninguna conclusión sobre el divorcio y su impacto en la compañía. Lo dejamos para otra ocasión. Todos los platos de golpe pueden provocar indigestión.


CONSULTEN, OPINEN , ESCRIBAN LIBREMENTE
Saludos
Rodrigo González Fernández
Diplomado en RSE de la ONU
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